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Rezongón el cavernario

  Cuando desperté, el Pejesaurio todavía estaba allí. Después de veinte años salí de la cueva. Quedé admirado por ver que los Prinosaurios no se habían extinguido. Sólo estaban más viejos y tenían un color guinda. Me froté fuerte los ojos para asegurarme que no era un mal sueño; pues los Prinosaurios de los famosos tres colores eran enormes camaleones que habían aprendido a adaptarse pintando su piel vejestoria de color guinda. “¡Rezongón, ven pa cá! -me gritó un cavernario-. ¡Qué milagro! Andamos recordando el discurso de ayer del gran Pejesaurio.” No entendía esta nueva fascinación por el gran camaleón y de tanto pensarlo quedé ensimismado entre la fanaticada que hablaba fervorosamente como si fuera un juego de futbol.                Antes de mi sueño profundo en aquella cueva recuerdo que dije:             -Ojalá, algún día acabe este horrible poder de muchos años. Los Prinosaurios engullen sin clemencia a los cavernarios. Los que quedan vivos están obligados a cazar para ellos.

Cinco letras

  Yo era un joven lleno de jovialidad arriba de una silla de ruedas que rondaba los veinte años, por dentro me consumía el deseo por las mujeres y la esperanza por encontrar a alguien para experimentar. No seamos hipócritas, a esa edad uno quiere más gozar que amar eternamente. En ese momento, andaba asistiendo a la universidad, no me gustaba ponerme limitaciones y con las mujeres no era nada tímido. En una de esas constantes pláticas que tenía con mujeres conocí a Sofía. No había conocido a una mujer como ella tan inteligente, con tantas sonrisas en su rostro y unos hermosos senos. Me atraía demasiado, no tenía la apariencia de una diosa, pero yo no dejaba de imaginar aquellos senos en mis momentos más solitarios y lascivos. Imaginando esos ojos grandes y cautos, esos labios gruesos, ese cabello tan delgado reposando en sus hombros. Para mí era una de las mujeres más atractivas que conocía y llenaba mis imaginaciones más carnales. A pesar de que mi deseo era tan grande, Sofía no pen

El magnífico señor incoloro

  Hoy, abrí los ojos y me senté a la orilla de la cama. Y me atreví a hacerle una pregunta al Señor Aire. Yo le dije: “¿Cuántos años tiene usted Señor Aire?”. Se quedó callado durante unos segundos y me respondió: “Tengo unos cuantos millones de años cumplidos. He visto nacer y morir a muchos seres vivos. Algunos ya están extintos. He pasado por los pulmones de todos ellos. Aquí ando vagando desde hace mucho tiempo pero ustedes están acabando conmigo con todas sus máquinas e industrias. No se dan cuenta que sin mí no respiran ustedes, los animales y las plantas. Desde mí surge el fuego y el sonido, aquellas nubes que ves a lo lejos. No me gusta llamar la atención, para eso paso desapercibido, pero algunas veces me visto de un lindo azul, ustedes lo llaman cielo. Y otras veces me pongo de acuerdo con el Sol para crear hermosos atardeceres con nubes y colores”. Tiene mucha razón el Señor Aire, pero no menciona que luego se enoja y termina por hacer huracanes. Aunque, me preocupa el Señor

El largo recorrido de un viajero en un pequeño espacio.

  Pensamos en la inmensidad de los paisajes que nos rodean como las ciudades, los países, los continentes, la Tierra y el Universo. No debemos ir muy lejos para apreciar la inmensidad porque la tenemos dentro de nosotros y lo conocemos como sistema circulatorio, aquel que transporta nuestra sangre. Según dicen que si ponemos en línea recta nuestro sistema circulatorio conformaría unos cientos de metros, dispuesto a darle un poco más de dos vueltas a la Tierra. Un largo camino que todos los días hace la sangre, impulsada por la maravilla que es el corazón. Y en ese largo recorrido va un pasajero llamado oxígeno que es el regalo más sabio de la fotosíntesis que producen las plantas. Llevamos adentro de nosotros un camino de sabiduría tan extenso y maravilloso. Pues, dicen que en un día una sola célula sanguínea hace miles de viajes en el sistema circulatorio humano. La Naturaleza es maravillosa.   Dentro de nosotros hay toda una ingeniería de caminos que es uno de los recorridos más